martes, 30 de agosto de 2011

Becoming critical: la fundamentación filosófica de la Investigación Acción

Acabo de leer Becoming critical, de Wilfred Carr y Stephen Kemmis (1986). Es la fundamentación filosófica de una forma de entender la investigación educatica, la Investigación Acción (Action Research, en inglés).
Con la teoría de las revoluciones científicas (Kuhn, 2005) como telón de fondo, Carr y Kemmis defienden la necesidad de romper con dos paradigmas científicos que dominaban la investigación educativa en los años 80 (y, en el fondo, la siguen dominando), el modelo positivista y el interpretativo (o cognitivista).

No, el fin de la educación exige un método de investigación que responda a sus fines, los de mejorar stuaciones educativas concretas. La educación no es una ciencia teórica sino práctica. Por ello, la investigación debe emerger de las realidades educativas que pretende cambiar y debe culminar en cambios concretos. No debe mirar al cielo de las abstracciones sino al suelo de las realidades educativas.

¿Cómo lograrlo? Para empezar, en la Investigación Acción (IA) los investigadores se involucran en la situación educativa que estudian. O bien, son los propios participantes, por ejemplo, los profesores, los que reflexionan acerca de su propia práctica con actitud científica. De hecho, la IA es un proceso dinámico (en "espiral", dicen los autores), que involucra progresivamente a cada vez más actores de esa situación educativa (alumnos, padres de familia, administradores), pues esos cambios no pueden ser impuestos. Sólo se hacen efectivos y auténticos si nacen del cambio de conciencia de aquellos que forman parte de esa situación. Osea, de que les caiga el veinte de la distancia entre los valores y enseñanzas que creen estar llevando al aula y los que en verdad se están propiciando. Así que el fin último de la IA es crear comunidades autocríticas, no sólo individuos. La emancipación sólo puede hacerse real si conlleva un cambio en las condiciones colectivas de vida. La música de la educación es coral.

Mi resumen no alcanza para ver la relevancia y coherencia de este modelo de ciencia educativa. Pero sí da fe de una forma diferente de plantear la investigación en nuestro campo. Y es un excelente marco teórico que fundamenta el tipo de trabajo educativo que intentaremos hacer en esta materia.

Este blog mismo es una herramienta al servicio de nosotros como comunidad educativa autocrítica. Y hará público nuestro esfuerzo por reflexionar sobre nuestro trabajo, identificando problemas, diagnosticando causas, proponiendo cambios y reflexionando sobre esos cambios para diseñar futuras intervenciones.

Lo que queremos, está claro, es mejorar la calidad de nuestra realidad educativa. Eso significa etimológicamente educación, de ex-ducare, es decir, lo que "conduce desde", lo que nos lleva adelante desde una situación anterior. Nosotros, los profesores, debemos aplicarnos la misma medicina que recetamos. Debemos autoeducarnos. Y el primer medicamento, el de urgencia, es que nos formemos en ser capaces de reflexionar críticamente sobre lo que pasa en nuestro aula o escuela. En hacernos maestros-investigadores. Y, en última instancia, en contribuir a que esa  mirada autocrítica se extienda a la mayor parte de personas que afectan o se ven afectadas por nuestro trabajo. Es decir, que ayudemos a afinar instrumentos que, con nosotros, forman la orquesta de la educación.

Referencias:
Carr, W. and Kemmis, S. (1986). Becoming critical. Education, Knowledge and Action Research. London and Philadelphia, Falmer Press
Kuhn, Thomas S. (2005). La estructura de las revoluciones científicas. Madrid, Fondo de Cultura Económica de España

sábado, 27 de agosto de 2011

El universo digital y San Judas Tadeo

En clase cada quien compartió un objeto especial. Liliana mencionó que el suyo sería una estampita de San Judas Tadeo. En fin, parece difícil relacionar el santuario católico con los contenidos digitales de nuestra materia. Pero los maestros tenemos, entre otros muchos talentos, el arte de relacionar cosas imposibles.

Tomemos a San Judas Tadeo como emblema de la fe religiosa. Y esa fe, en pocas palabras, es la creencia de que no estamos aislados o desconectados del mundo (como defendían los existencialistas). Todos somos hijos de Dios y todos estamos unidos a lo que nos rodea por ese amor del creador. Nuestro cuerpo se hará polvo, pero el alma que reside en ese polvo es de origen divino y vivirá por siempre.

Pues bien. No hay tanta diferencia con el credo digital según el cual todos estamos potencialmente conectados a la internet. Nuestra individualidad es parcial y extinguible pero nuestra participación en internet nos liga a una red que trasciende las fronteras del espacio y del tiempo. Una red que no sólo es un espacio tecnologico sino una labor de inteligencia humana colectiva. Una especie de "cielo" digital. Y es que la internet demuestra, al igual que la religión, que todos somos un valioso grano de arena en el desierto infinito de la evolución.

Primera sesión de clase: de veteranos y principiantes (mentalidades)

En la mesa redonda hoy estuvimos comentando los dos primeros capítulos de Lankshear y Knobel (2008). Creo que nos dieron un marco teórico muy claro de la "alfabetización digital". El debate lo centramos en el cambio de mentalidad que, según estos autores, estamos viviendo como sociedad. La mentalidad antigua ("industrial") estaría definida por el espacio físico, el valor del producto (en función de su escasez), la focalización en la tarea, lo textual como centro del conocimiento y el orden jerárquico racional (taxonomía). En contraste, la mentalidad nueva ("posinductrial") apuesta por el espacio digital, el valor del servicio y la relación (en virtud de su difusión), lo multimedia y la "folksonomía" (ordenación por popularidad).

Por lo tanto, según la concepción amplia que Lankshear y Knobel tienen de los nuevos alfabetismos, éstos no sólo supondrían el uso de nuevos instrumentos tecnológicos (sustancia técnica), sino una nueva forma portencial de hacer las cosas, de relacionarse con el mundo (sustancia espiritual).

En la educación actual las tensiones entre la vieja y la nueva mentalidad, en torno al uso de las tecnologías, presentan una paradoja: los alumnos son "veteranos" en el manejo de esas tecnologías y la mentalidad posindustrial, mientras que sus maestros apenas son "principiantes" ("incomers", los llama en la versión original del libro). En términos de Barlow, hay una brecha entre los "nativos digitales" (los que han crcido ya en la era de internet) y los "migrantes digitales" (los que se educaron en un mundo regido por la antigua mentalidad, ajeno a internet). No obstante, el orden escolar hace que esos maestros sigan fungiendo como la autoridad académica, como expertos y transmisores del conocimiento, y relega a los alumnos a su rol de principiantes. Estas incongruencias afloran cuando se les encarga a esos maestros (migrantes digitales) que usen las nuevas tecnologías en el aula. Lo que sucede con frecuencia es que esos maestros trasladan sus prácticas educativas tradicionales a los nuevos cacharros tecnológicos (ya saben: power points llenos de texto, búsquedas en internet para producir ensayos, uso del correo electrónico para recordar las tareas o enviar calificaciones, webquest concebidas como instrumentos de autocorrección, etc). Como dicen los autores, eso es como servir "vino viejo en botella nueva".

Interesante, ¿verdad? El reto que tenemos como educadores es inmenso. La brecha entre la autoridad "principiante" y sus alumnos "veteranos" de un mundo digital puede hacerse abismo. Pero, como dice Paul Gilster (1997), ahora más que nunca el nuevo universo digital necesita de consejos y guía. Necesita de los educadores. Y, esto lo digo yo, ahora más que nunca la sociedad necesita de nuestra capacidad para hacer lo que han hecho siempre los educadores desde que el mundo es mundo: crear puentes entre diferentes mentalidades.

Referencias:

Gilster, P. (1997). Digital literacy. Canadá: John Wiley and Sons Inc.
Lankshear, C. y Knobel, M. (2008). Nuevos alfabetismos. Su práctica cotidiana y el aprendizaje en el aula. Madrid: Morata.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Bienvenida al curso

Como maestro recién llegado a la Universidad Autónoma de Tlaxcala es para mí un placer crear este aula virtual en el ciberespacio, un ejemplo más de cómo la tecnología nos puede aproximar desde cualquier rincón del mundo.
Mi deseo es crear un espacio útil donde las maestras de la región de Tlaxcala puedan dar a conocer su experiencia educativa y sus análisis críticos sobre la innovación educativa. Cada uno de sus blogs está concebido como una especia de journal de investigación en el que cada maestra pueda relatarnos su vivencia de la intervención innovadora que realice en su centro educativo y compartirnos las conclusiones a las que llegó.
No es nuestra pretensión crear una revista digital, rigurosa y editorializada. No. Lo que queremos es ofrecer en internet un espacio donde nuestro trabajo por la mejora educativa aquí en Tlaxcala se conozca, y donde alguien interesado en este campo pueda encontrar información útil y relevante.