En la mesa redonda hoy estuvimos comentando los dos primeros capítulos de Lankshear y Knobel (2008). Creo que nos dieron un marco teórico muy claro de la "alfabetización digital". El debate lo centramos en el cambio de mentalidad que, según estos autores, estamos viviendo como sociedad. La mentalidad antigua ("industrial") estaría definida por el espacio físico, el valor del producto (en función de su escasez), la focalización en la tarea, lo textual como centro del conocimiento y el orden jerárquico racional (taxonomía). En contraste, la mentalidad nueva ("posinductrial") apuesta por el espacio digital, el valor del servicio y la relación (en virtud de su difusión), lo multimedia y la "folksonomía" (ordenación por popularidad).
Por lo tanto, según la concepción amplia que Lankshear y Knobel tienen de los nuevos alfabetismos, éstos no sólo supondrían el uso de nuevos instrumentos tecnológicos (sustancia técnica), sino una nueva forma portencial de hacer las cosas, de relacionarse con el mundo (sustancia espiritual).
En la educación actual las tensiones entre la vieja y la nueva mentalidad, en torno al uso de las tecnologías, presentan una paradoja: los alumnos son "veteranos" en el manejo de esas tecnologías y la mentalidad posindustrial, mientras que sus maestros apenas son "principiantes" ("incomers", los llama en la versión original del libro). En términos de Barlow, hay una brecha entre los "nativos digitales" (los que han crcido ya en la era de internet) y los "migrantes digitales" (los que se educaron en un mundo regido por la antigua mentalidad, ajeno a internet). No obstante, el orden escolar hace que esos maestros sigan fungiendo como la autoridad académica, como expertos y transmisores del conocimiento, y relega a los alumnos a su rol de principiantes. Estas incongruencias afloran cuando se les encarga a esos maestros (migrantes digitales) que usen las nuevas tecnologías en el aula. Lo que sucede con frecuencia es que esos maestros trasladan sus prácticas educativas tradicionales a los nuevos cacharros tecnológicos (ya saben: power points llenos de texto, búsquedas en internet para producir ensayos, uso del correo electrónico para recordar las tareas o enviar calificaciones, webquest concebidas como instrumentos de autocorrección, etc). Como dicen los autores, eso es como servir "vino viejo en botella nueva".
Interesante, ¿verdad? El reto que tenemos como educadores es inmenso. La brecha entre la autoridad "principiante" y sus alumnos "veteranos" de un mundo digital puede hacerse abismo. Pero, como dice Paul Gilster (1997), ahora más que nunca el nuevo universo digital necesita de consejos y guía. Necesita de los educadores. Y, esto lo digo yo, ahora más que nunca la sociedad necesita de nuestra capacidad para hacer lo que han hecho siempre los educadores desde que el mundo es mundo: crear puentes entre diferentes mentalidades.
Referencias:
Gilster, P. (1997). Digital literacy. Canadá: John Wiley and Sons Inc.
Lankshear, C. y Knobel, M. (2008). Nuevos alfabetismos. Su práctica cotidiana y el aprendizaje en el aula. Madrid: Morata.
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