El anterior enfoque, el filológico, se esmera en desempolvar el valor original e histórico del texto, como un biólogo que examinara los minúsculos órganos de un bicho. Contra esa mirada "científica" se revelaron muchos críticos, sobre todo a partir del éxito del marxismo (ya suena algo anticuado, pero lo cierto es que como aparato crítico-intelectual, el marxismo aún sigue vivo). Para ellos, con el húngaro Lukacs a la cabeza, la literatura sólo podía entenderse como parte de la lucha de clases de la sociedad en que es escrito. Analizar sus méritos artísticos sin comprender en qué medida un texto literario contribuye a reforzar los poderes establecidos o a subvertirlos (y en cualquier caso, a representarlos y ayudarnos a tomar conciencia de ellos), no tenía sentido.
Así que desde este enfoque el maestro debe activar en los alumnos la comprensión del texto como mensaje político. Las novelas de caballería, por ejemplo, consagran los valores de una aristocracia cuya ideología es mitificada en esos superhéroes medievales. El príncipe (de sangre azul, valiente, de nobles y generosos ideales) termina recuperando el amor de su amada (también de la aristocracia, pasiva, decente, leal). Las novelas clásicas del Romanticismo representan el miedo de la clase empresarial (eso que entonces se llamaba "burguesía") por los avances de la ciencia moderna (Frankenstein) o las nostalgias de una vida antigua, oscura y medieval (Drácula).
Ese tipo de interpretaciones, en cualquier caso, no tienen sólo la finalidad de comprender mejor los textos y las tensiones sociales de la época en que fueron escritos. También deben fomentar una conciencia social crítica en el alumnado e incitarle a denunciar las injusticias y a trabajar por una sociedad más igualitaria.
Casos en la literatura en español tenemos muchos. Tal vez uno de los más famosos sea el análisis de todo un género literario, "la picaresca", que ha sido interpretada por unos como un ejemplo de literatura comprometida con los más vulnerables, los marginados de la sociedad, esos pícaros hambrientos que deben ganarse la vida en un entorno lleno de corrupción política, violencia y podredumbre moral. Otros analista, en cambio, denuncian algunos textos picarescos por ser cómplice de una moral fatalista: si naces pobre en esta sociedad no hay nada que puedas hacer para escapar de esa condición. Ese mensaje reforzaría la convicción de que el clasismo es algo natural, en lugar de considerarlo como una estructura social histórica que responde a los intereses de ciertas clases altas.
¿Ejemplos? El Lazarillo de Tormes (1554), de autor aún desconocido, narra en primera persona los intentos de un niño marginado por sobrevivir e ir escalando poco a poco en la escala social. Al final de la novelita lo logra, pero a costa de corromper su moralidad (debe aceptar ser el cornudo de una mujer amancebada de un sacerdote poderoso). La historia del niño "Lazarillo" es contada desde la memoria cínica del adulto Lázaro, y sus peripecias muestran la miseria del clero de la época. Por ello, algunos críticos, como Francisco Rico, suponen que fue escrita por un intelectual sensible al "erasmismo", una de las corrientes ideológicas más progresistas de la época.
En cambio, casi un siglo después, uno de los mejores escritores del Barroco, Quevedo, de noble cuna, escribe una versión muy diferente de este tipo de novelas: El Buscón (1626). En ella, el protagonista, Don Pablos, es sistemáticamente ridiculizado por intentar en vano ascender de clase social. Su relato, además, se realiza en una prosa llena de juegos verbales, lujosa, sofisticada, en la que el sufrimiento de este pobre hombre se evapora en ese humor intelectualizado. En otras palabras, si el Lazarillo de Tormes nos hacía sensibles al dolor de los más débiles, y se burlaba de la doble moral de los privilegiados, en el Buscón el lector se suma a las ingeniosas burlas verbales sobre el pícaro. Si el Lazarillo probablemente fue escrita por un intelectual que deseaba mayor justicia social, el Buscón es producto de un noble que está interesado en que la desigualdad social se consolide.